13 de mayo de 2016

1 Samuel 16:2-17:58

1 Samuel 16:2-17:58

1 Samuel 16:2-17:58

En contraste con Saúl, que había sido elegido por el pueblo, David fue escogido por Dios mismo. Es cierto que Dios tendría Sus dificultades con él, pero también Dios tiene hoy dificultades con todos nosotros. Y en el primer versículo de este capítulo 16, vimos cómo Samuel todavía estaba a favor de Saúl. Samuel amaba a Saúl y no quería verle desechado por Dios; y le dolió tener que dar a Saúl el ultimátum de que había sido desechado y descartado como rey. La tristeza de Samuel hizo pues, más dramático todo este proceso. Continuaremos hoy nuestro estudio leyendo los versículos 2 y 3 de este capítulo 16 del primer libro de Samuel:

«Samuel preguntó: ¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría. El Señor respondió: Toma contigo una becerra de la vacada, y di: A ofrecer sacrificio al Señor he venido. Invita a Isaí al sacrificio y yo te enseñaré lo que has de hacer; me ungirás al que yo te diga.»

Samuel tenía miedo de ir a Isaí porque Saúl no se hallaba anímicamente en condiciones de soportar ninguna oposición. Estaba desesperado. Al continuar con la historia, sin embargo, vemos que fue Dios quien hizo la elección. Le dijo a Samuel exactamente lo que debía hacer, aunque no le dio por anticipado ninguna información. Su falta de conocimiento le protegería. Por tanto, Samuel se fue a Belén y entró en la casa de Isaí. Allí le pidió a Isaí y a sus hijos que vinieran al sacrificio. Y escuchemos lo que dijo aquí en los versículos 6 y 7:

«Aconteció que cuando ellos vinieron, vio él a Eliab, y se dijo: De cierto delante del Señor está su ungido. Pero el Señor respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque el Señor no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón.»

En toda esta sección encontraremos excelentes principios espirituales. Recordemos que en el capítulo 15, versículo 22, Samuel le dijo a Saúl: «Mejor es obedecer que sacrificar; y el prestar atención mejor es que la grasa de los carneros». Usted y yo, estimado oyente, demostramos si pertenecemos o no al Señor Jesucristo, por nuestro amor hacia Él. No es lo que expresamos al contar a otros lo que somos. Lo importante es si le estamos obedeciendo o no. La vida cristiana es una vida de realidades. No es una vida de fingimiento, afectación o apariencia.

Aquí en el versículo 7 que acabamos de leer, notamos que Dios nos mira desde dentro. Es lo que llamaríamos, un «decorador de interiores». Siempre revisa la parte interna. Y en este caso particular, vemos que Dios quiso evitar que al ver a un joven atractivo y fornido, Samuel pensara que ésa era la elección de Dios. Entonces le dijo: «No quiero que mires la apariencia exterior. No juzgues a un hombre según sus apariencias. Deja que esta vez Yo elija al hombre. Yo escogeré al rey». Dios ve el corazón, y gracias a Dios por eso. Somos tan propensos a juzgar a los demás, incluso en los círculos cristianos, por su apariencia, por su dinero, su posición social, la casa en que vive, el automóvil que conduce, o el puesto que ocupa. Pero Dios, estimado oyente, nunca juzga a nadie en base a esos factores. Le estaba diciendo a Samuel que no prestara atención a la apariencia exterior. Porque Dios iba a mirar el corazón.

Bien, aquí vemos que Isaí obedeció esta petición de Samuel e hizo que sus hijos pasaran delante de Samuel, uno por uno. Samuel le expuso claramente a Isaí el motivo de su visita, y así siete de sus hijos pasaron ante Samuel. Y continuamos leyendo ahora los versículos 10 y 11:

«Hizo luego pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: El Señor no ha elegido a estos. Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son estos todos tus hijos? Isaí respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.»

Seguramente incluso el padre de David, el hijo ausente, nunca le habría escogido por encima de sus otros siete hermanos. En primer lugar, David era simplemente un muchacho. Se cree que tenía unos dieciséis años. Posiblemente era aun más joven. Era sólo un joven pastor. Estaba fuera con las ovejas. En verdad no sabía mucho. Isaí no le habría escogido a él para ser rey, antes que a sus hermanos. La verdad es que lo había ignorado completamente. Estaba tan seguro que uno de sus otros hijos sería escogido, que ni siquiera había invitado a David al sacrificio. Pero cuando Samuel se enteró que David estaba cuidando las ovejas, le dijo a Isaí que enviara a buscarlo.

Tomado de: https://www.escuelabiblica.com

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