Dios es luz (prólogo)
«Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida.»
Con referencia a la frase Lo que era desde el principio, en nuestro programa anterior hicimos referencia a 3 principios o comienzos. El primero tuvo lugar en Génesis 1:1, en la creación. El segundo fue descrito en el Evangelio de Juan 1:1, y se remonta al pasado llegando mucho más lejos que la misma creación del mundo. Se extiende hasta la misma eternidad.
Ahora el tercer comienzo es el que se inició en 1 Juan 1:1, que dice: 1Lo que era desde el principio, lo cual se refiere al tiempo en que Cristo vino a este mundo en Belén. Cuando Él tenía aproximadamente 30 años de edad, Juan llegó a conocerlo. Juan y su hermano Jacobo se encontraron con El en Jerusalén. Más tarde, ellos estaban con su padre, reparando redes cuando Jesús se acercó y los llamó para que lo siguieran. Entonces ellos dejaron a su padre (probablemente un pescador de buena posición) con el personal contratado y siguieron a Jesús. Y luego, Juan dijo que quería contarles a sus lectores algo acerca de Él y entonces afirmó la realidad de la personalidad total de Jesús, pues dijo: (1) lo que hemos oído. – es decir, por el sentido del oído; (2) Lo que hemos visto (por medio del sentido de la vista); (3) Lo que hemos contemplad (es decir, mirando fija y atentamente) y (4) (lo que) palparon nuestras manos (por medio del sentido del tacto).
El apóstol Juan estaba hablando, por supuesto, de la encarnación de Jesús y de su propia asociación con Él cuando se encontraba aquí en la tierra.
Al decir lo que hemos oído no estaba expresando sus opiniones o especulaciones. Estaba hablando del hecho de que había realmente escuchado al Señor Jesús, había oído Su voz, y al escucharle, había escuchado a Dios.
El versículo prosigue diciendo lo que hemos visto con nuestros ojos, Los apóstoles no solo le habían oído hablar, sino que también le habían visto con sus propios ojos. En nuestro tiempo, no podemos contemplarlo con nuestros ojos físicos, pero podemos verle con los ojos de la fe. El apóstol Pedro nos dijo: 8Vosotros, que lo amáis sin haberlo visto, creyendo en él aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso (como podemos leer en 1 Pedro 1:8). Y el Señor le dijo a Tomás, que no creería que había resucitado hasta que pudiera verle y tocarle: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron (como podemos leer en Juan 20:29). Hoy estamos viviendo por fe y el Señor Jesucristo puede ser tan real para nosotros como lo fue con Tomás.
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