En el corazón del cristianismo está el llamado a servir, amar y dar. Sin embargo, en nuestro entusiasmo por imitar a Jesús, a menudo caemos en una trampa común: el agotamiento por exceso de servicio y el resentimiento que nace de no saber cuándo detenernos.
Existe la idea equivocada de que un «buen creyente» siempre debe decir «sí». Pero la realidad es que la fidelidad a Dios comienza con la fidelidad a las prioridades y el llamado que Él nos ha dado, lo cual, inevitablemente, requiere la sabiduría de decir «no» a muchas otras cosas.
1. Jesús: El Maestro del Límite
A menudo pensamos que Jesús estaba disponible para todos 24/7, pero un estudio de Su vida muestra a una persona con una misión clara y límites definidos.
- Jesús se Retiraba: Después de un intenso día de milagros y enseñanza, Jesús a menudo se retiraba para orar a solas.
«Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.» (Marcos 1:35) Él modeló que la recarga espiritual no es un lujo, sino una necesidad prioritaria para un servicio efectivo.
- Jesús Rechazaba Solicitudes: Cuando Su fama crecía y la gente quería retenerlo en un lugar para sanarlos, Él tenía claro Su propósito mayor: predicar.
«Él les dijo: ‘Vamos a las aldeas vecinas, para que predique también allí; porque para esto he venido.'» (Marcos 1:38) Su «no» a las peticiones inmediatas era un «sí» a Su misión a largo plazo.
2. Por Qué Nos Cuesta Tanto Decir «No»
La dificultad de establecer límites en la iglesia o en la familia se debe a varias razones:
- Miedo al Rechazo: Temor a que nos vean como egoístas, poco espirituales o a perder la aprobación de la gente.
- El Complejo de Salvador: Creer, subconscientemente, que el ministerio o la tarea colapsarán si no la hacemos nosotros.
- Confusión entre Amor y Servicio Ilimitado: Pensar que amar significa no tener límites, lo cual lleva al agotamiento y al resentimiento.
La verdad es que no somos Dios. Solo podemos hacer lo que Él nos ha capacitado para hacer. Intentar hacer todo por todos es un acto de soberbia, no de humildad.
3. Tres Pasos para Establecer Límites Sanos
Establecer límites no es egoísmo; es gestión responsable del regalo de tiempo y energía que Dios te ha dado.
A. Define tus «Síes» Principales (Las Prioridades)
No puedes establecer límites si no sabes qué proteger. Tus «síes» principales deben ser:
- Tu relación con Dios: Tiempo de lectura, oración y meditación.
- Tu familia: Tiempo intencional con tu cónyuge e hijos.
- Tu llamado Único: Aquello que solo tú puedes o debes hacer.
Cuando tengas claros estos puntos, decir «no» a lo que amenaza estas prioridades se vuelve más fácil.
B. Practica el «No» con Amor y Honestidad
El «no» no necesita ser áspero. Puede ser amable, pero firme.
- El «No» Directo y Respetuoso: «Aprecio mucho que pensaras en mí para esto, pero mi agenda no me lo permite en este momento.»
- El «No» con Sugerencia: «No puedo hacerlo yo, pero puedo recomendarte a María, que es excelente en esa área.»
- El «No» con Propuesta de Aplazamiento: «No puedo esta semana, pero si me lo pides con un mes de antelación para la próxima vez, con gusto te ayudo.»
C. Confía en el Poder de Dios (Delega)
A veces, decimos «sí» por miedo a que nadie más lo haga bien. Pero el cuerpo de Cristo es vasto y lleno de talentos. Decir «no» a una tarea es a menudo la forma en que Dios llama y capacita a otro creyente para que dé un paso adelante en el servicio.
La sabiduría de decir «no» es una disciplina que te permite decir un «sí» más resonante y sostenible a las cosas que realmente importan. Honra a Dios administrando con sabiduría el vaso que Él te ha dado, para que puedas servir con gozo, y no con fatiga.
Deja Un Comentario