Cuando hablamos sobre los atributos de Dios nos referimos a cualidades o características suyas que nos ayudan a entender cómo es él, pues definen su naturaleza y carácter. Aunque no existe un número exacto de atributos en la Biblia, podemos dividirlos en comunicables (que se reflejan en nosotros) e incomunicables (que solo Dios posee), como la omnipotencia, la omnisciencia y la omnipresencia. Estos atributos muestran quién es Dios y cómo se relaciona con nosotros.
1. Santidad: Dios es santo
La santidad de Dios habla de su majestad y grandeza, de su pureza y de su perfección moral. En Dios no hay mancha ni pecado. En Dios no hay defecto ni maldad. Dios es único. No hay, ni nunca habrá en toda la creación nadie tan perfectamente santo como nuestro Dios. Esta es una de las razones por las que él es el único digno de toda nuestra alabanza y adoración.
Nadie es santo como el Señor; no hay roca como nuestro Dios. ¡No hay nadie como él!
(1 Samuel 2:2)
Sin embargo, Dios no permite que su santidad lo mantenga apartado de nosotros. Él no es un Dios inalcanzable. Él es un Dios compasivo, lleno de gracia y de amor que quiere intervenir en nuestras vidas, dándonos ánimo y aliento en los momentos más difíciles de la vida. ¿Cómo debemos acercarnos a él? Con actitud humilde y contrita, reconociendo siempre su santidad y nuestra inmensa necesidad de él.
Porque lo dice el excelso y sublime, el que vive para siempre, cuyo nombre es santo: «Yo habito en un lugar santo y sublime, pero también con el contrito y humilde de espíritu, para reanimar el espíritu de los humildes y alentar el corazón de los quebrantados».
(Isaías 57:15)
Otros versículos sobre la santidad de Dios:
Yo soy el Señor su Dios, así que santifíquense y manténganse santos, porque yo soy santo. No se hagan impuros por causa de los animales que se arrastran. Yo soy el Señor, que los sacó de la tierra de Egipto, para ser su Dios. Sean, pues, santos, porque yo soy santo.
(Levítico 11:44-45)
Pero el Señor Todopoderoso será exaltado en justicia, el Dios santo se mostrará santo en rectitud.
(Isaías 5:16)
El año de la muerte del rey Uzías, vi al Señor excelso y sublime, sentado en un trono; las orlas de su manto llenaban el templo. Por encima de él había serafines, cada uno de los cuales tenía seis alas: con dos de ellas se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies, y con dos volaban. Y se decían el uno al otro: «Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria».
(Isaías 6:1-3)
Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó; pues está escrito: «Sean santos, porque yo soy santo».
(1 Pedro 1:15-16)
Cada uno de ellos tenía seis alas y estaba cubierto de ojos, por encima y por debajo de las alas. Y día y noche repetían sin cesar: «Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era y que es y que ha de venir».
(Apocalipsis 4:8)
2. Inmutabilidad: Dios es inmutable
Inmutable quiere decir que no cambia, que no se puede cambiar ni mudar. Dios ha sido, es y siempre será igual… desde la eternidad y por toda la eternidad. Su carácter o la esencia de lo que él es, no cambia: lo que él es hoy, lo ha sido siempre. El Dios que hoy está con nosotros es el mismo del cual leemos en la Biblia. Tiene el mismo poder, tiene el mismo amor y es igual de santo.
Los seres humanos cambiamos constantemente. Nacemos como bebés, crecemos y nos hacemos más fuertes, pero luego vamos decayendo poco a poco. No solo cambia nuestro físico, también lo hacen nuestro temperamento y nuestras emociones. La Biblia explica algo sobre esa diferencia entre los humanos y la eternidad e inmutabilidad de Dios en el Salmo 103.
El hombre es como la hierba, sus días florecen como la flor del campo: sacudida por el viento, desaparece sin dejar rastro alguno. Pero el amor del Señor es eterno y siempre está con los que le temen; su justicia está con los hijos de sus hijos, con los que cumplen su pacto y se acuerdan de sus preceptos para ponerlos por obra.
(Salmo 103:15-18)
Saber que Dios nunca cambia debe traer paz a nuestros corazones. En un mundo tan incierto y tan lleno de cambios como el que vivimos, es bueno saber que Dios es nuestra roca fuerte y firme, nuestro refugio. En él nos podemos apoyar en todo momento.
El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite!
(Salmo 18:2)
3. Amor: Dios es amor
La Biblia lo dice muy claro para que no nos quede ninguna duda: Dios es amor (1 Juan 4:8). El amor de Dios es el amor más verdadero y puro que jamás podríamos imaginar. Su amor no tiene nada que ver con el amor humano que a veces está lleno de altibajos e incertidumbres. El amor de Dios no se basa en los sentimientos ni en las emociones, sino que es acción.
Jesucristo es la expresión mayor y más clara del amor de Dios. Luego de que el hombre pecó en el Jardín del Edén, se creó una barrera de separación entre el ser humano y Dios como consecuencia del pecado. Sin embargo, Dios actuó, él ofreció la solución. Él nos extendió su mano a través de Jesús. Lo envió a la tierra como muestra de su inmenso amor y de su deseo de tener una relación personal y eterna con nosotros.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!
(Efesios 2:4-5)
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
(Juan 3:16-17)
4. Omnipotencia: Dios es omnipotente
Cuando decimos que Dios es omnipotente o todopoderoso, nos referimos al hecho de que él todo lo puede. ¡No hay nada que Dios no pueda hacer! El poder de Dios es ilimitado en todos los aspectos y nunca termina. Por esta razón, Dios puede hacer lo que desea en el momento y en la forma que él quiere.
Cuando Dios se le apareció a Abram, se presentó a sí mismo de la siguiente manera:
Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso. Vive en mi presencia y sé intachable.
(Génesis 17:1)
Dios se presentó como el Dios Todopoderoso. Desde el principio de la conversación, Dios quería dejarle claro a Abram que todo lo que le iba a decir y las promesas que le iba a hacer las cumpliría. No hay nada imposible para Dios, y nosotros – tal como hizo Abram – debemos creer y confiar en su poder tan completo e inacabable.
5. Eternidad: Dios es eterno
Dios no tiene principio ni tendrá fin. Él ha existido por siempre y existirá por toda la eternidad. Este es un concepto difícil de entender para nosotros, los seres humanos que contamos todo basados en el tiempo: segundos, minutos, años, estaciones… Pero Dios no está limitado por el tiempo.
Contrario a todo lo demás que hay en el universo, Dios no fue creado por nadie: él es, existe desde la eternidad y existirá por toda la eternidad. Cuando Moisés le preguntó a Dios su nombre, Dios le contestó «YO SOY EL QUE SOY». Ese el nombre eterno de Dios, y el nombre con el que es y será conocido por todas las generaciones. Un nombre que proclama su eternidad.
Moisés dijo a Dios: Supongamos que yo voy a los hijos de Israel y les digo: “El Dios de sus padres me ha enviado a ustedes”. Si ellos me preguntan: “¿Cuál es su nombre?”, ¿qué les responderé?
Dios dijo a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. —Y añadió—: Así dirás a los hijos de Israel: “YO SOY me ha enviado a ustedes”.
Dios dijo además a Moisés—: Así dirás a los hijos de Israel: “El SEÑOR, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a ustedes”. Este es mi nombre para siempre; este será el nombre con que seré recordado de generación en generación.
(Éxodo 3:13-15)
6. Omnisciencia: Dios es omnisciente
Decir que Dios es omnisciente, es decir, que él sabe todas las cosas del pasado, del presente y del futuro. ¡Su conocimiento no tiene límites! Dios conoce absolutamente todo sobre el Universo, sobre la humanidad, todo lo que ha existido y lo que existirá. No hay nada que pueda escapar a su conocimiento.
Dios no solo conoce todo en términos generales sobre la humanidad y todo lo que nos rodea. Él también nos conoce completa y personalmente a todos nosotros. El Salmo 139 lo expresa muy bien. En ese Salmo vemos que Dios conoce cuando nos movemos o nos sentamos, lo que pensamos, lo que hablamos… ¡Todo!
Los ojos de Dios ven los caminos del hombre; él vigila cada uno de sus pasos.
No hay lugares oscuros ni sombras profundas que puedan esconder a los malhechores.
(Job 34:21-22)
7. Omnipresencia: Dios es omnipresente
Dios está en todas partes siempre. No hay ningún lugar donde podamos escapar de su presencia. Él está siempre presente en todo lugar y en todo tiempo de la historia, sea el pasado, el presente o el futuro, pues él no está limitado por el espacio ni por el tiempo.
Salomón entendía muy bien este concepto. Él sabía que la presencia de Dios no se limita a un lugar específico. Él tenía la seguridad de que Dios está en todas partes y que ningún espacio lo puede contener. En 1 Reyes 8:27 Salomón oró frente al altar del Señor, diciendo lo siguiente:
Pero ¿será posible, Dios mío, que tú habites en la tierra? Si los cielos, por altos que sean, no pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido!
(1 Reyes 8:27)
Dios no está solamente en el templo o en los lugares que consideramos «sagrados». Él está en todo lugar, él lo ve todo. No podemos huir de la presencia de Dios y esto debe confortarnos como hijos suyos. ¡Dios está siempre con nosotros! Él no nos deja solos en ningún momento ni en ningún lugar. Podemos acudir a él con completa confianza en todo momento y en medio de cualquier circunstancia.
Tomado de: https://www.bibliaon.com/es/atributos_de_dios/

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