La oración tiene poder porque cuando oramos, abrimos la puerta para que nuestro Dios todopoderoso, creador del universo, obre. Dios puede hacerlo todo, no hay duda. Pero algunas veces elige esperar a que le pidamos antes de obrar. En la Biblia se nos anima a orar si queremos ver el mover de Dios. Cuando oramos, damos un paso de fe que afirma nuestra confianza en el poder de Dios y nuestra dependencia de él.
La oración poderosa es sincera y brota de lo profundo del corazón. Es una oración acorde con la voluntad de Dios, es algo que Jesús oraría por nosotros. Para ver el poder de Dios moverse, debemos ser perseverantes y dedicar tiempo a la oración. Dios es todopoderoso y todavía hoy, obra con poder. Cuando sus hijos oran, Dios escucha y responde. Por eso, si quieres ver su poder manifestarse en tu vida y en tus circunstancias, comienza a orar con fe, tal como oró Jesús.
¿Cómo son las oraciones poderosas?
Sinceras, brotan del corazón
Podemos orar sobre cualquier cosa en cualquier momento. No hay que decir palabras mágicas ni usar oraciones largas. De hecho, Dios ama cuando clamamos con sinceridad, palabras que brotan desde lo profundo de nuestro ser. Él nos escucha cuando nos acercamos «con corazón sincero, en plena certidumbre de fe» (Hebreos 10:22a).
Habrá momentos en los que ni siquiera podremos hablar mucho, nuestras lágrimas serán nuestra oración. ¡Dios nos escucha! Dios no rechaza nunca al corazón contrito y humillado que se acerca a él en clamor.
Conforme a la voluntad de Dios
Además de sinceras, para que nuestras oraciones sean contestadas, debemos orar de acuerdo con la voluntad de Dios. ¿Cómo logramos hacerlo? Una parte es decirle de corazón, hágase tu voluntad, pero no es solo eso. Es una buena idea preguntarle primero a Dios cuál es su voluntad en medio de esa situación específica y luego orar en línea con lo que nos mostró.
Conocer bien a Dios, su corazón y lo que le agrada, y mantener una relación estrecha con él, empodera nuestras oraciones. Tener una amistad profunda con Dios y contacto con él cada día nos lleva a elevar oraciones poderosas, dentro de su voluntad, que serán contestadas.
Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá.
(Juan 15:7)
Esta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que, si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye.
(1 Juan 5:14)
Orar requiere perseverancia e insistencia. No es algo pasivo que dejamos ahí y ya. En Lucas 18:1-8, Jesús narró la parábola del juez y la viuda al enseñar sobre la oración. La parábola enfatiza la importancia de perseverar en oración, insistir en lo que sentimos que Dios desea hacer en el problema o la situación que estamos enfrentando.
En esa parábola, la viuda insistió ante «un juez que ni temía a Dios ni respetaba al hombre» (Lucas 18:2) y no se dio por vencida hasta que el juez le concedió lo que pedía. Jesús termina la parábola diciendo:
Entonces dijo el Señor: “Oigan lo que dice el juez injusto. ¿Y Dios no hará justicia a sus escogidos que claman a él de día y de noche? ¿Les hará esperar? Les digo que los defenderá pronto. Sin embargo, cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”.
(Lucas 18:6-8)
Por eso, aunque la respuesta tarde, si sabemos que Dios ha prometido algo, no debemos desistir, sino perseverar.
Tomado de: https://www.bibliaon.com/es/el_poder_de_la_oracion_reflexion_biblica/

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